miércoles, 15 de mayo de 2013

El raro gusto de los amantes de la política



Fascinante (y fascinado) Alejandro escribe:
Con Andreotti (nos)  pasa (que) su capacidad de encontrar obediencia en los demás nos provoca fascinación. 
Una fascinación que no resiste la más mínima consideración respecto de sus fines pero que siempre está ahí. 
Las miles y miles de personas que escribían su apellido en las boletas electorales. Las “preferencias” que hicieron de Andreotti un político tan imbatible en las mesas electorales como en las mesas chicas. 
A los que nos gusta la política suele fascinarnos cuando unos hombres obedecen a otros sin que haya violencia. E incluso cuando la hay. 
Los que nos apasionamos por la política no creemos en las falsas conciencias. Nadie obedece por engaño. Todos, siempre, en algún punto, pueden decidir. (Incluso el amo más salvaje debe recogerse en el sueño). 
Miles de personas, llegado el momento, escribían su nombre. Lo consagraban. Alguna vez fueron más de 350 mil. 350 mil personas que decidieron ir a votar en un país donde el voto no es obligatorio y escribieron una por una las letras de su nombre al lado del logo de la Democracia Cristiana. 
A los que nos gusta la política nos pacifica saber que de entre todos los hijos de puta puede haber algunos que sean nuestros hijos de puta.
http://artepolitica.com/articulos/el-poder-desgasta-a-quien-no-lo-tiene/


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