jueves, 2 de octubre de 2014

"Dicen que soy tinellista, je tinellista yo..."

Alejandro Sehtman escribía hace unos años  uno de esos artículos sin grietas bancando al conductor -populist style- televisivo que será el centro del posteo de esta tarde-noche. 

Sethman, el gran Bojos, Mendieta y Lucas Carrasco en la ceremonia de fundación del Café Literario "Flavio Josefo"





















Vaya la pieza como introducción de lo que vendrá

Por qué soy tinellista
Hace mucho que quería decirlo por acá: soy tinellista, banco a Tinelli o como quieran decirle. Pero lo que en realidad quiero es contar por qué. Tenía una serie de argumentos más o menos ordenados, pero en un comentario a mi post de ayer sobre lo ocurrido en TVR, Dag Nasty me dió el empujón que necesitaba.

Ser tinellista es como ser puto o peronista: provoca molestia en los demás (una molestia que en términos técnicos opera en base al problema del exceso de goce del Otro que yo leí en Zizek pero seguro está ya presente en Lacan). La molestia de no entender cómo puede ser que una persona tan, en fin, tan formada en los valores occidentales y cristianos modelo transición a la democracia (que consisten básicamente en igualdad de oportunidades -y sólo de oportunidades-, salud y educación públicas -pero si andan mal vamos al privado-, teoría de los dos demonios, antimenemismo -como manifestación concreta de gorilismo-, y un toque de admiración por las socialdemocracias de europa occidental). Cómo puede ser que una persona así, que bien podría pasar por uno de nosotros, defienda a Tinelli.

"Y yo defiendo a Tinelli. Lo hago cada vez que puedo. Cada vez que es necesario defender los valores del populismo frente a los ataques de los cuasiaristócras. Porque, para muchos, Tinelli es una metáfora del líder populista: un conductor (opa!) que engaña a las masas, que no les da lo que realmente necesitan sino otra cosa, una cosa que desean. Los culos de Tinelli son para los bienpensantes espejos de colores con los que se entretiene al pueblo para mantener un orden del que (y esto jamás lo dicen) ellos, los críticos de Tinelli, son exclusivos beneficiarios.
Marcelo Tinelli con el Oso Arturo
Lo que sigue, entonces, es una listita de mis argumentos.

1) Tinelli es el personaje más bolivariano de la televisión privada. No sólo porque dice “ Buenas noches América”. No sólo porque viene de una ciudad que se llama como el líder revolucionario. El programa de Tinelli es el único en el que una paraguaya, una uruguaya o una chilena puede aparecer en igualdad de condiciones con una argentina. En los programas de ficción las paraguayas siempre laburan de empleadas domésticas. Y las uruguayas y chilenas no figuran. Tinelli tiene una mirada latinoamericanista de su negocio que le permite imaginar escenarios en los que los otros países latinoamericanos pueden ser pensados como no subordinados a la Argentina.

2) Tinelli es el personaje que mejor plantea en la televisión de aire problemas relativos al orden social republicano y democrático
2a) La justicia: ¿Cómo juzgar a un ciego o a un obeso? ¿Igual que a los demás? ¿En qué consiste esa igualdad? ¿En juzgarlos con el mismo criterio -abstrayéndose de sus diferencias concretas en cuanto a la capacidad-? ¿O en juzgarlos con un criterio diferencial que atendiendo a las diferencias concretas en sus capacidades se abstraiga de las diferencias en los resultados finales de su performance?. Todas estas preguntas plantea Tinelli. Todas estas preguntas son accesibles a cualquiera, porque cualquiera puede vivir, experimentar, estas cuestiones. Aclaro porque me han contestado que yo me doy cuenta de esto porque soy una persona instruída, pero en cambio los pobres que siguen a Marcelo entre los vapores etílicos y enfervorecidos por la visión repetida de traseros siliconados…
2b) La democracia: ¿Cómo se articula la regla de las mayorías con el saber técnico? ¿Cómo se relaciona la voluntad del Pueblo con el conocimiento del consejo de ancianos o sabios? ¿Qué es o más justo: lo que deciden los muchos o lo que deciden los pocos? Eso nos pregunta Tinelli cada noche cuando enfrenta al público a la opción por Jesús o Barrabás. Cuando pone un filtro democrático a la decisión de los técnicos. Cuando deja que la decisión de los que no saben ponga un freno a la de los expertos. Cuando hace que la retórica prime sobre la filosofía. Y eso también lo ve cualquiera. Cualquiera que vota para salvar al que baila peor pero es más simpático.
2c) Los “intereses ocultos”: el jurado de Tinelli se abraza con los juzgados, juzga a sus empleados, es influído por su “dueño”. Pero al mismo tiempo funda su legitimidad en un mínimo de imparcialidad que debe mantener. El juego de intereses del cuerpo social, los diferenciales de poder fundados en las diferentes posiciones sociales, están en la superficie, no están ocultos. Cada vez que aparece Sofovich (sin excepción) ponen la música de El Padrino. Las internas surgen todo el tiempo. Con Tinelli no hay conspiraciones: hay política.

3) Tinelli no se dio vuelta en el conflicto con el campo. Tinelli fue neutral, y en esas circunstancias ser neutral era apoyar al gobierno. Si Tinelli hubiese jugado con la mesa de Enlace, con Clarín y la Nación y amigos, hubiese agregado un fuertísimo factor de desestabilización en los momentos más complicados del conflicto. En cambio, llamó a bajar los decibeles, o directamente no hizo mención a lo que pasaba.

4) Tinelli no es estalinista. Es el opuesto a Pergolini. No dice que le pega a los poderosos y en realidad sólo cachetea a los caídos. No se propone como un vengador televisivo de las injusticias sociales.

5) Tinelli produjo Okupas. Y Okupas es de lo mejor que pasó en la televisón argentina desde que tengo memoria. Y encima pasó en la televisión pública. Tinelli produjo Okupas cuando todo estaba a punto de estallar. Bancó una narración del presente en medio de una recesión brutal. No vino cinco años después a tirar unas flores en la tumba de los pibes del aguante, a repartir doctorados honoris causa televisivos a los excluídos, a hacer homenajes post mortem a los soldados muertos en una guerra injusta. Nótese en esta escena la manera en que Stagnaro nos cuenta el encuentro entre los sectores populares lumpenizados y los sectores medios de la cultura y el espectáculo. (Cómo hubieran sido las cosas si algunos hubieran entendido a tiempo que cuando estás en la calle un centro cultural es, primero, un baño limpio.

6) Tinelli reaccionó así ante una protesta por una huelga de hambre. Wainraich y Schutz, por su parte, reaccionaron así (”al menos hoy no cortaron el puente Pueyrredón”, qué jodido decir eso después del fusilamiento de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki) y Gvirtz los mandó a un corte.

Original aqui: http://artepolitica.com/comunidad/por-que-soy-tinellista/
Octubre de 2008

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