lunes, 26 de enero de 2015

La Campora-Scioli-CFK, la antítesis del nestorismo

El final anti-Néstor de Cristina
El gobierno de Cristina Fernández finaliza convertido en la antítesis de la administración de Néstor Kirchner. Su detractor.
El santacruceño, a grandes rasgos, se preocupaba especialmente por mantener al peronismo sindicalista con los pies dentro del espacio, rechazaba cualquier salto en el dólar que generara inquietud social, elegía escuchar las protestas espontáneas de la sociedad ante un reclamo concreto aunque le disgustaran (como fue el caso Blumberg en 2004) y era una de sus obsesiones avanzar en el esclarecimiento de la voladura de la AMIA.
Cristina destruyó el primer consejo de su marido -ya fallecido- dos días después de ganar las elecciones del 2011 con el 54 por ciento de los votos. De un día para otro, instrumentó el cepo cambiario, una herramienta que causó estragos en la economía hasta estos días. Y si bien había dicho que no devaluaría durante su Gobierno, lo ordenó en enero de 2014.
En el 2007, Néstor no se presentó a la reelección por decisión propia y, tal como figura en declaraciones públicas antes de su muerte, estaba decidido a regresar a competir por la Presidencia en 2011. En ese mientras tanto, siguió manejando absolutamente todo el aspecto político de la gestión.
La Presidenta decidió, apenas comenzó su segundo mandato, darle aire político a los jóvenes de La Cámpora, mantenidos por su marido en el segundo plano de su esquema político, siempre lejos del grupo de la toma de decisiones.
Relegó al peronismo, que no protestó en pos de conservar su pequeño espacio cerca del poder, a un partido inorgánico y sin opinión propia.
Y rompió la alianza con la CGT de Hugo Moyano, con menores consecuencias que las que el camionero imaginaba. Ya no le atendió el teléfono, el mismo que su compañero político durante 23 años utilizaba intensamente.
Cristina se ha ocupado en los últimos meses, además, de desconfiar de los "nestoristas", como Juan Carlos Fábrega, el ex presidente del Banco Central al que echó sin miramientos, y Héctor Icazuriaga, a quien removió de la exSIDE.
En el caso AMIA también desoyó al ex presidente fallecido. En 2013 firmó un polémico entendimiento con Irán, en donde se establecieron mecanismos sin plazo alguno, para conformar junto a ese país una Comisión de la Verdad y someter a los acusados del atentado terrorista de 1994 a un interrogatorio judicial en Teherán, sin mayores precisiones.
Otra vez, Cristina se desdijo. Les había prometido a los familiares de las víctimas y a la sociedad en sendos discursos que no tomaría una decisión de este tipo sin someterlo a consulta y consenso. Fue más allá. A pesar de las críticas de muchos legisladores, las organizaciones judías y juristas internacionales sobre la constitucionalidad del entendimiento, ordenó aprobarlo de todas formas.
El ex vicecanciller de Néstor Kirchner, Roberto García Moritán, reveló que en la última década, el gobierno de Teherán había intentado seducir a la Argentina con acuerdos similares. "La orden de Kirchner fue siempre clara. Que no se aceptara nada que no sea que los acusados iraníes se sometan a la Justicia argentina", recuerda el diplomático. El propio Nisman lo dice en la causa que conmovió al país: "Hubo un giro de 180 grados" en la posición argentina.
Cristina dejará la Casa Rosada en diciembre de este año siendo la contracara del gobierno de su marido. Devaluó, quebró al peronismo, ascendió a La Cámpora a los niveles más altos del poder, no cultiva el diálogo político, ni con asados, como Néstor, pero tampoco con cafés. Ignora sistemáticamente las manifestaciones, los reclamos de la sociedad que reclama seguridad o, en la última semana, Justicia por el fiscal Nisman. Y hasta termina diluyendo el símbolo que había logrado construir el kichnerismo: la defensa de los derechos humanos con la fuerza que no había tenido ningún otro gobierno. Cristina eligió destruir también ese legado: sostiene nada menos que a un jefe del Ejército investigado por delitos de lesa humanidad. Un final anti-nestorista. A toda pompa. 
por Ana Gerschenson
Lo que Gerchenson no dice es el rol que ocupan el kirchnerismo no fundamentalista con intenciones de continuar en política despues de fin de este año, del pejota no cristinista en el FPV y el del candidato con -cada día menos- posibilidades del colectivo, Daniel Scioli, en la negación del legado político de NK. 
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Todo el PJ Nacional, en plena lectura del documento.
..hoy asume lo que venga 
sea para bien, o todo mal, 
y aunque pierda lo que tenga, 
se va a morder para aguantar.

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